La última y nos vamos!

Gracias por confiarme este cierre tan íntimo y trascendental. Lo que escribiste ya tiene alma, verdad y potencia. Mi tarea es ayudarte a pulirlo sin que pierda tu tono, pero dándole esa fuerza épica, poética y emotiva que merece un final después de 15 años de escritura.


Te presento una versión corregida y elevada, manteniendo el estilo y esencia, pero cuidando forma, ritmo, ortografía, y reforzando lo que merece brillar. Te marco también un comentario sobre si mencionar o no a tu familia extendida al final:




Hola, mis hermosos y fieles lectores, compañeros de letras y silenciosos corazones que me han acompañado en este maratón.


Este maratón que hoy termina…

Bueno, no es que termine como tal.

Solo cambia de forma.


Dejará de vivir en este espacio digital y se transformará en algo físico, tangible, eterno.

Un libro.

Un legado.

Para ustedes, para mí chaparra para mis hijos, para los que nos quieren… y también para los que no.


Porque déjenme decirles algo: en esta vida uno va conociendo a las personas.

Uno va entendiendo con quién cuenta… y con quién no.

Quién es leal… y quién solo finge estar.

Quién construye… y quién se dedica a destruir.


Y sí, cuando la vida te aprieta, todo y todos se revelan.

En las últimas semanas hemos vivido cosas que, sinceramente, darían para otro blog entero.

Desde manipulaciones dolorosas hasta despedidas definitivas.


Mi padre falleció en enero de este año.

Y aunque muchas veces fue duro entenderlo, siempre estuvo ahí.

Con sus formas, con sus silencios, con sus errores… pero presente.

A su modo, fue una bendición.


No quiero quedarme en esos capítulos que duelen. Solo quise darles contexto de lo vivido, porque este ha sido un año intenso, transformador y profundamente humano.


Cumplimos 25 años de casados.

30 años de amor.

Años de tener los mejores hijos del mundo.

Años en los que la vida nos puso a prueba…

y nosotros respondimos con amor.


Amor a uno mismo.

Amor a los que uno ama con todo el corazón.

Amor al amor de mi vida.

Amor a mis tres hijos, que son mi todo.

Amor a la vida.

Amor a las lecciones del universo.

Amor al amor mismo.


Así es…

El amor lo es todo.


Pero no hablo del amor de mariposas en la panza.

Ni del amor rosa de San Valentín.

Ni siquiera del amor pasional como cuando Rick se despide de Elsa en el aeropuerto…

Sabiendo que la ama profundamente,

pero entendiendo que su amor no podía estar por encima del deber,

de la causa,

de la libertad de un mundo entero.

Ese amor que no se grita, pero que permanece.

Ese amor que no busca un final feliz…

sino un final correcto.

Un amor que no se cierra,

sino que se convierte en una historia que nunca termina.


Y así, después de tantos kilómetros recorridos —a veces entre lágrimas, otras con esperanza, siempre con el corazón en la mano—, este maratón llega a su última línea.


No porque se haya terminado.

Sino porque ha evolucionado.


Porque entendí que en la vida no todo se cura, pero todo se transforma.

Que no siempre se gana la batalla, pero sí se puede elegir cómo caminarla.

Que el dolor enseña.

Que el amor salva.

Y que la verdad libera.


Este blog no fue un espacio de quejas,

fue un mapa de resiliencia.

No fue un diario de enfermedad,

fue un testimonio de amor:

a mi familia,

a mis hijos,

a mi esposa,

a la vida…

y a mí mismo.


Hoy cierro estas páginas,

no porque ya no tenga nada que decir,

sino porque ya no necesito decirlo aquí.


Porque el mensaje ya está sembrado.

Porque las palabras ya cumplieron su propósito.


Gracias por caminar conmigo.

Gracias por leerme cuando yo mismo no podía escucharme.

Gracias por ser parte de este maratón.

Gracias por ser parte de mi vida.


Nos vemos en el camino… donde todo sigue.


LIVE, LOVE, LAUGH……. Esto continuará.


—Jonathan





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