Bitácora de viaje, Día 14 por MB

Cuando me levanté para meterme a bañar, encontré frente a la puerta de mi cuarto, la cuenta del check out! …”Ya me corrieron los K” pensé, jajaja.
A las 8:00 AM bajé al lobby como habíamos quedado, para desayunar con J y Da; al abrirse las puertas del elevador me encontré a los dos hermanos en cuestión con cara de contratiempo. Ahí me informaron que en realidad nos habían corrido a todos del hotel. Nuestras reservaciones estaban hasta el día de hoy y el hotel estaba lleno. J no se veía de ningún buen humor, aunque Da ya tenía casi todo resuelto cediéndole a J y D su cuarto que si estaba reservado hasta el viernes y moviéndonos él y yo a otro hotel. 

Para calmar a J que había pasado la noche en el Hospital con D, sin dormir casi por el frío del “cuarto de choferes” en donde le colocaron su cama y por encontrarse en peligrosas ayunas, decimos ayudarle a mover las cosas de una habitación a la otra. Por suerte estaban las dos en el mismo piso y entre los 3 pasamos las cosas de los cajones de un cuarto a los mismos cajones del otro…carreras por los pasillos con zapatos y calzones en las manos, para Da y para mi el evento fue bastante divertido.
Mientras J volvía al Hospital para estar con Da las 9 como había quedado, Da y yo nos registrábamos en el nuevo hotel de enfrente. Un poco temerosos por los olores que despedía el lobby y la cantidad de menonitas que pululaban por ahí (aquí hay muchos), temíamos por el estado de nuestras nuevas “facilities”. Fue una grata sorpresa encontrarnos con habitaciones realmente lujosas y amplias, por mucho mejores que las anteriores…salimos ganones en esta ocasión.

De nuevo todos en el hospital…”de los seis que me quedaban, ya namás quedamos 5”- Muy a su pesar, M el papá de J tuvo que irse hoy por la mañana para atender asuntos de trabajo. Su presencia aquí fue de gran apoyo para J y D. Sus atenciones y muestras de afecto con ella son impresionantes y verdaderamente genuinas, provocadas por el gran cariño que siente por ella.  

Ja el papá de D vino desde las 6:30 armado con cafés del Starbucks a relevar a J para que éste pudiera ir al hotel a darse un baño y desayunar con nosotros. Lo segundo nunca sucedió por el asunto del cambio de cuartos.

D amaneció un poco cansada y más adolorida que ayer pero con muy buen ánimo. Un poco sacados de onda todos al ver que su frecuencia no estaba tan estable como ayer, hasta que llegó el Dr. y les explicó que éste era un proceso que podía tomar hasta 3 meses en verse los resultados finales y que no se preocupara por las cifras de su frecuencia cardiaca, sino que lo importante era como se iba sintiendo y la mejoría de su estado físico general.
Hoy nos tocó un joven enfermero de lo más atento, es importante mencionar aquí que la atención y calidez que ha recibido D por parte de todo el personal médico y los doctores es algo increíble nunca antes visto. Todo iba muy bien con el enfermero hasta que D quiso darse un baño y el estaba muy dispuesto a ayudarla, pero a D no le hacía mucha gracia y a J menos, jajajaja. Por suerte estaba yo, la enferma del Family staff y logramos hacer la operación baño sin mayor contratiempo.

Balance de la cirugía: Positivo
Efecto secundarios: Afortunadamente el riesgo de que uno de sus ojos cayera ligeramente no sucedió. En su lugar a D le ha quedado una voz gangosa y chillona muy parecida a la de Alvin y las Ardillas que nos ha hecho el día!! Ha sido motivo de grandes risas. Estamos seguros de que se le pasará en estos días, pero por si acaso le estamos enseñando lenguaje sordomudo para evitarle el “bulling casero” jajaja.
Lo que sigue… mañana será dada de alta de la preciosa Suite para asistir a la cita de cierre con el Dr. Gosh a las 2:45 pm. En ese momento sabremos los pasos a seguir.

Hoy nos tocó salida al staff, los K nos dieron la tarde a Da y a mi, misma que aprovechamos para ir a la elegante tienda de “ Le Tarjjjet” donde logramos en escasa una hora unas lindas compritas, entre las que logré elegirle a D tres lindas piyamas que como bien saben los que la conocen, son su debilidad.
De vuelta al Hospital Da y yo por poco morimos, de manera lenta y torturante por el casi indescriptible y NUNCA antes experimentado por una nariz humana, del hediondo, pero podrido y rancio olor que despedía nuestro conductor. Un “vikingo” de 1.90 m de altura y alrededor de 130 kg, con cola de caballo a la cintura y tatuajes de reo. Su crueldad superó todos los límites permitidos, cuando no conforme con su olor, tenía nuestras ventanas clausuradas.

Mañana fuera del hospital… y quedaremos sólo 4, ya que Ja el papá de D se irá también. 
 
Cambio y fuera

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