Bendecida rutina.

No crean, aunque llevamos varios días estables desde la última cirugía, las cosas no siempre son de color de rosa... bueno, la verdad es que si.

Si hay algo que hemos aprendido a valorar en la vida, es que la vida es increíble, la rutina es mágica y las cosas siempre acaban tomando su ritmo, sobretodo aprendimos a disfrutar la rutina, es más, no solo a disfrutarla sino a bendecirla, por qué los días en que no pasa nada, en los que vamos a trabajar normal, a ver a mis hijos a sus clases y terminamos el día todos cenando juntos, son los mejores días de nuestra vida.

Pero hay algo, que por más que he tratado de superar, aún no lo logro, hasta el día de hoy, no he logrado superar el estar preocupado todo el tiempo, tengo esa necesidad asfixiante por controlar todo lo que rodea a mi chaparra, que  tantas y tantas veces me siento sobrepasado por no conseguirlo.

Si, ya la operaron, ya tiene nuevos medicamentos, ya estamos acostumbrados a esta vida, pero la realidad es que cada día, está un poco más cansada, cada día le cuesta más trabajo superar las actividades y sobretodo cada día la veo un poco más débil, pero lo que no puedo negar, es que cada día se esfuerza más, cada día le echa más ganas y cada día suceden más milagros, haciendo que la vida siga adelante, que nos acostumbremos a vivir así, pero de todo hrmos aprendido cosas nuevas para disfrutar un poco más la vida.

Para serles sincero, todos los días son bipolares, todos los días libramos unas batallas bien peculiares, entre disfrutar la vida o estar preocupados por ella.

En una misma plática, podemos pasar de reírnos de la vida a llorar por el miedo que le tenemos en cuestión de segundos.

Lo que nos queda muy claro, es que la vida seguirá su curso, de una u otra manera, no tenemos desición alguna en el destino, pero lo que si podemos hacer, es decidir como queremos vivir.

Por ahora, estamos en un periodo de estabilidad delicada, y con eso, somos muy pero muy felices.

Live, love, laugh.

 


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