Chaparra (9)

Mi chaparra.... por dónde empezar?

Hoy no fue tan buen día, desde que te vimos en la mañana estabas un tanto desorientada, yo salí de la visita muy triste y con dolor en el alma, por más que dicen todos los médicos que es normal, que no es preocupante o alarmante que estes así, yo no puedo verte en ese estado sin que se me parta el corazón en mil pedazos, tus niños salen de la misma manera que yo.

Es más, mi labor con ellos a sido tranquilizarlos  y hacerlos fuertes entre visita y visita, es algo difícil de explicar, pero cada vez que se acerca la hora para poder entrar a verte, me lleno de emoción y dolor al mismo tiempo, emoción por que para mis ojos lo mejor que les puede pasar todos los días es verte y dolor, por que cada vez que te veo así de desorientada y viviendo una realidad que solo tú entiendes, el dolor me paraliza y hace que me tiemble el alma.

Hoy también nos explicaron los médicos que estás perdiendo sangre, no tienen claro por dónde o por qué, pero mañana te van a hacer un par de estudios e indagar más en el asunto, para que te des una idea, te están transfundiendo cada 3 días, para poder equiparar el ritmo de la pérdida.

Las cosas no están fáciles, realmente estabilizarte no será cosa de niños, pero de que se logra, se logra, solo es cuestión de paciencia, paciencia y paciencia. 

Yo soy muy paciente, no es problema, pero lo que me duele más que nada, es el hecho de que no tengo corazón para pedirle a mis 3 hermosos niños que sigan siendo más pacientes, han aguantado como los grandes, están tranquilos y contenidos, pero necesito lograr que así sigan, hasta que regreses a casa.

Muchas veces de mi, dudo de tener o no la capacidad de seguir conteniéndolos como ellos lo necesitan y sobretodo hacer que este trago amargo, pasajero, pero amargo, pase lo mejor posible para ellos.

La realidad es que no tengo otra opción, por ti, por ellos y por mi, no me puedo romper, yo no me rindo y nunca dejare de hacer lo que sea necesario para que tengamos la vida que nos merecemos tener.

Chiquita, juntos somos invencibles, hoy lo veo más claro que nunca.

Tengo mucho más que contarte, pero la verdades, ya no puedo ni escribir, tus niños acabaron rendidos y ya se durmieron y a mi, me urge dormir también, se me cierran los ojos, me duelen las piernas y las manos ya ni casi me hacen.

Te amo más que a mi vida y no veo el momento de poder volver a abrazarte y sentirme completo una vez más.

Te amo 

Jonathan 








Comentarios

Entradas populares de este blog

Un año que me cambio…

Qué haces?

Pinche “Flashback”